ARGENTINA | BALANCE 2022 DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA - POR CARLOS TRABOULSI
La República Argentina está viviendo momentos cruciales de su destino, que pueden observarse como una etapa de declinación impensable o, como una crisis producto del fin de una época.
El proyecto de organización nacional desarrollado desde hace más de 150 años, comenzando por la implantación de un modelo modernizador, pero con bases económicas restringidas a unos pocos, sufrió alteraciones cuando las masas inmigratorias entraron en la escena política y, posteriormente se incorporaron al país otros sectores sociales antes mal representados o invisibilizados.
Estos cambios se produjeron en medio de dolores, de desavenencias y de explosiones violentas. Nada le fue escatimado, desde intervenciones militares de estilo decimonónico, procesos inconstitucionales criminales, alzamientos subversivos, mediocridad y decadencia de gran parte de la clase dirigente, corrupción, incoherencia de ubicación internacional en el concierto de las naciones, sin olvidar una guerra contra una potencia militar colonialista que consolidó la usurpación de las Islas Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur y que continúan en un permanente avance hacia nuestro territorio marítimo y antártico, hechos inaceptables en el siglo XXI.
No es de extrañar entonces, que el resultado fuera la debilitación del Estado, la anomia frente a la ley, el desconcierto económico, la descontrolada inflación, el aumento de la pobreza y la marginalidad, la desocupación en aumento, la emigración de empresas y capitales, y la creciente inseguridad con la participación activa del narcotráfico y las mafias modernas, entre otros flagelos.
Pero no todo es negativo: el país ha mantenido sus instituciones básicas, su continuidad jurídica, su capacidad de desarrollar el potencial económico, la generación de personalidades destacadas en muchos ámbitos y un nivel educativo y académico que, aunque lo estén castigando los gobiernos populistas, todavía le permiten encarar con sustentabilidad una recuperación que es obligación de la buena política proponer y llevar adelante.
Esta recuperación está gestándose en el seno de una sociedad que quiere iniciar un nuevo ciclo de desarrollo y afianzamiento, en medio de un mundo amenazado por nubarrones de guerra, escasez de recursos básicos y descreimiento moral.
La Democracia Cristiana Argentina, que cuenta con 68 años de vida, tiene mucho para aportar al proceso que vislumbramos que ya está en marcha y culminará en las opciones políticas electorales claves del año 2023.
La riqueza de su trayectoria, los aportes que ha hecho al bien común, el humanismo integral político, el testimonio de vida de su dirigencia, la solidez de sus principios y valores, en una época en que éstos tambalean universalmente, la preparación de sus cuadros técnicos y militantes, la han colocado siempre en un lugar de expectativa en la arena política del país. El PDC puede ser motor principal o levadura, eso dependerá de las circunstancias y del juego de poderes, pero siempre participará en roles expectables, señalando rumbos y garantizando limpieza de conducta, sin renunciar a la construcción lenta pero firme de ser una alternativa de poder.
Carlos Lionel Traboulsi
Secretario de Relaciones Internacionales DC Argentina
Vicepresidente Alterno de ODCA - ConoSur