El estado de salud del preso político cubano Orlando Zapata, en huelga de hambre desde hace 75 días, se ha deteriorado a tal grado que las autoridades carcelarias decidieron el martes su traslado urgente desde el penal de Camagüey, en el centro del país, a un hospital de
El disidente había sido trasladado inicialmente desde la cárcel al hospital de Camagüey, donde estaba siendo alimentado contra su voluntad por vía intravenosa. El martes por la mañana, sin embargo, las cosas se complicaron.
"Fue todo sorpresivo. Lo sacaron en camilla, con sueros y oxígeno. No podía hablar", explica vía telefónica desde Cuba su madre, Reina Tamayo. La mujer, una campesina que vive en una aldea de Holguín, en el este del país, había llegado a Camagüey al saber que Orlando estaba peor. "Queríamos verle, tenía vómitos y fiebre, porque lleva 75 días a base de agua y tiene varios órganos afectados. Uno de los médicos le dijo a su hermana que se podía morir en cualquier momento".
Hoy Reina Tamayo intentaba encontrar, en la estación de autobuses de Camagüey, un transporte hasta la capital, a
Orlando Zapata es uno de los disidentes más castigados por el régimen castrista. Desde 2002, había sido detenido en varias ocasiones por su activismo en el campo de los derechos humanos. Su última captura se produjo el 20 de marzo de 2003, mientras participaba en un ayuno para pedir la libertad de varios compañeros, entre ellos el médico Óscar Elías Biscet. A la condena inicial a tres años por "desacato a la figura del Comandante [Fidel Castro]" se fueron agregando otras sentencias en cinco procesos judiciales sin garantías, que elevaron la condena a un total de 36 años. Desde entonces, Zapata ha estado sometido a constantes cambios de prisión, palizas y régimen de aislamiento. "Él siempre ha sido muy combativo, muy digno. Ha hecho varias huelgas de hambre y reivindica su condición de preso de conciencia", explica un compañero suyo desde
Zapata participó también en el llamado Proyecto Varela, una iniciativa ciudadana para reformar