El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, desgranó durante su intervención en el debate parlamentario las cifras que dan cuenta, en su opinión, del «progresivo y alarmante deterioro» de la situación económica de España. Además, espetó a Rodríguez Zapatero que ha gobernado «como ha querido» y, por tanto, es el «único responsable» de la especial gravedad de la crisis en España, y le recordó que había rechazado en seis ocasiones sus propuestas de acuerdo. La última, el pasado 30 de diciembre, cuando adujo «profundas diferencias ideológicas» para no pactar con el primer partido de la oposición. Con todo, para el líder popular lo más grave es la desconfianza que genera Zapatero, que «niega la realidad con afán de engañar» y «no hace lo que tiene que hacer». En su réplica, Rajoy fue muy claro en su rechazo al pacto: «Lo que le pido es que gobierne, que rectifique, que se deje de mesas, que se deje de comisiones».

Tiró además de hemeroteca para asegurar que había quedado en nada la única conclusión supuestamente tangible del último encuentro que ambos mantuvieron en el palacio de la Moncloa hace ya año y medio. Zapatero propuso entonces crear una mesa de diálogo para acometer reformas estructurales. Nunca se puso en marcha. Y ahora lo que exige el PP es que el Gobierno se pliegue a sus posiciones. O eso o nada.

Espoleado por el ala más dura de su partido, que le animaba a pedir la dimisión del presidente, Rajoy se enredó finalmente en un amagar y no dar que Zapatero no dudó en utilizar en su contra. En lugar de ir por la vía directa, el popular planteó un jeroglífico con tres soluciones: el de la rectificación de sus políticas, el adelanto de elecciones propuesto de una forma un tanto enrevesada, y, finalmente, una propuesta muy atípica. Rajoy pidió a los diputados socialistas que invistan a otro presidente y que manden a Zapatero a casa.