Se han destacado varías facetas de su vida: como persona, amigo, padre, empresario, pero nunca se ha hablado de su gran compromiso con la Patria y su preocupación por los destinos de esta, que lo llevó a ser parte en la fundación de la Democracia Cristiana Argentina.

Su testimonio de vida y compromiso con lo social y en particular con la dignidad de los trabajadores permitió enriquecer la declaración de principios y bases partidarias.

Cuenta su esposa Cecilia, quien se reconocía ser demócrata cristiana, en sus memorias, que cuando Enrique fue detenido y encarcelado tuvo que impedir, en medio del allanamiento a su casa, que ingresaran a la habitación de sus hijas donde en el hueco de las muñecas estaban escondidos los borradores que integrarían esa declaración de principios y estructura de la Democracia Cristiana.

Muy rápido Enrique descubrió que su vocación no estaba en la política, pero nos ha dejado a los democristianos argentinos un testimonio invalorable a seguir, lo que dimensiona aún más su camino de Santidad, por el cual invitamos a los políticos en particular a orar por poder pronto tener otro Santo Argentino y en especial quien nos marque a los políticos un camino testimonial de vida, honestidad y compromiso con el bien Común.