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EL SALVADOR | GESTION DEL RIESGO CLIMATICO: CONTEXTO NACIONAL: JUAN MARCO ÁLVAREZ GALLARDO
Noticiero Demócrata Cristiano
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El año 2019 fue bastante intenso en cuanto a política mundial climática. Además de la Cumbre de Acción Climática que se celebró en Nueva York en Septiembre, se llevó a cabo en Madrid en Diciembre la COP 25, que constituye oficialmente la cumbre anual sobre el clima bajo la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas. Ambas cumbres buscaron movilizar esfuerzos políticos y económicos para robustecer el Acuerdo de París que se firmó en 2015. Según el Acuerdo, los gobiernos del planeta se han comprometido a limitar el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2°C, idealmente en 1.5°C para el año 2100 como máximo.
Pero los planes climáticos nacionales que presentaron los países en 2015, y aun con las propuestas mejoradas de algunos países presentadas en la COP 25 de Madrid, difícilmente se logrará mantener la temperatura debajo de 3.3° C para el 2100. A pesar del compromiso de los países, las emisiones globales de gases continúan en aumento. La humanidad genera hoy 110 millones de toneladas de carbono diarias, y se estima que la curva seguirá creciendo hasta el 2030. De hecho el Planeta está en camino de sobrepasar los 1.5 C en el 2040. Hoy día, el aumento promedio global de temperatura que hemos provocado como humanidad es del orden de 1.1 C (desde los inicios de la Revolución Industrial a partir de 1750).
Y aunque ese aumento de 1.1 C no parece mucho, hay que verlo con muchísima cautela considerando lo que ya estamos viviendo: derretimiento del hielo en los polos y en Groenlandia, incendios descontrolados en el hemisferio norte, Australia, y hasta en los países nórdicos y Siberia, sequías, huracanes e inundaciones de mayor intensidad (la tormenta Amanda por ejemplo), y por supuesto, los consecuentes refugiados climáticos incluidos muchos de nuestros compatriotas salvadoreños.
En términos de las emisiones históricas acumuladas (desde 1751 hasta el 2017), el mundo ha emitido más de 1.5 billones de toneladas de CO2. En cuanto a los países, Estados Unidos ha emitido más CO2 que cualquier otro país a la fecha: aproximadamente 400 mil millones de toneladas, siendo responsable del 25% de las emisiones acumuladas históricas. Esto es el doble de las emisiones de China, que representa el segundo mayor contribuyente de emisiones en el mundo con 12.7%. Los 28 países de la Unión Europea contribuyen emisiones acumuladas de un 22%. Y Rusia un 6%. Ahora, muchos de los grandes nuevos emisores como India y Brazil, no constituyen principales emisores en el contexto histórico. Y las contribuciones regionales de África y Latino América, con relación a su tamaño poblacional, han sido muy pequeñas la verdad. Emisiones muy bajas per cápita históricamente hablando y también en la actualidad. Esto tiene que ver con bajos niveles de desarrollo en gran parte.
Ahora, ¿cuáles son las emisiones acumuladas en Centro América y por País? Guatemala es el principal emisor de nuestra región con 404.4 millones de toneladas; Panamá con 270 millones de T; Costa Rica con 232 millones de T; Honduras con 230 millones de T; El Salvador con 213.3 millones de T; Nicaragua con 161 millones de T; y Belice con apenas 17 millones de T. Claramente, y como región, no somos los principales emisores de gases de efecto invernadero en el planeta. Realmente nuestras emisiones son insignificantes. Sin embargo, somos una de las regiones más vulnerables ante el impacto del cambio climático. Y El Salvador es todavía más vulnerable debido a su ubicación geográfica sumado a la degradación ambiental de su territorio; desde cuencas deforestadas y áreas naturales disfuncionales, construcción desbordada y sin medidas preventivas, hasta aguas superficiales contaminadas y acuíferos disminuidos.
La situación de vulnerabilidad de El Salvador es algo delicado para el futuro desarrollo del País. En el 2015, una sequía muy severa provocó la pérdida de 86,000 ha de maíz, lo que representó la destrucción del 60% de la producción nacional. Los niveles de los ríos fueron entre un 20 y un 60% más bajos de lo normal. Y en la zona de oriente, los ríos eran de hasta un 90% más bajos. También las lluvias estuvieron por debajo del promedio y las temperaturas estuvieron por encima del promedio. Ya existe evidencia clara de que la creciente escasez de agua doméstica está provocando fallas en los medios de vida de las personas en áreas rurales en el oriente, y esto se refleja en las migraciones de nuestra gente hacia el norte.
De particular preocupación son los patrones cada vez más erráticos e impredecibles de la lluvia estacional y el aumento de la temperatura. Por ejemplo, durante los años en que se da el fenómeno de El Niño, la precipitación cae en unos 30-40%, incluidos largos períodos de olas de calor durante las cuales casi no llueve. En contraste, durante años de lluvias más intensas como 2020, hay tormentas tropicales que a menudo tienen efectos devastadores sobre el medio ambiente y la producción agrícola. La tormenta Amanda de hace unas semanas nos ha venido a demostrar precisamente lo vulnerables que somos como País.