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OPINION | MIGUEL ANGEL RODRIGUEZ: DEBEMOS PRIORIZAR PARA SER SOLIDARIOS Y RACIONALES

Noticiero Demócrata Cristiano |

Ante la epidemia que sufrimos, la solidaridad y la racionalidad nos obligan a priorizar nuestras acciones y a focalizarlas hacia sus objetivos.


Vivimos en un mundo de escasez. Es escaso el tiempo, son escasos los recursos naturales, los conocimientos, la capacidad de trabajar, el capital acumulado. La epidemia de COVID-19 ha hecho aún más escasos los recursos, nos ha empobrecido. No se pueden recuperar los turistas que ya no vinieron, y los que no vendrán, ni los servicios de restaurante que no se pudieron brindar, ni los helechos y flores que no se pudieron exportar. Y ello significa salarios que no se generaron, ingresos de empresas que no se dieron, importaciones que no se podrán realizar, compras que no se darán.

Combatir la muerte y defender la salud nos obliga a que el costo económico de la pandemia sea mayor. Tenemos que defender vida y salud en primer lugar, y ello significa que debemos afrontar esos mayores costos. Tenemos que enfrentar esos mayores costos hoy, y cuando pase la emergencia de salud.

Por eso, si la escasez nos obliga siempre a escoger y para ello debemos priorizar, el empobrecimiento que nos ha caído nos obliga a ser aún más selectivos y cuidadosos al priorizar y escoger. Y debemos hacerlo dando preferencia a la vida y a la salud, y a los problemas económicos y sociales que afectan a las personas con mayores carencias.

Es indispensable, tal como se ha hecho y se está haciendo, aumentar en todo lo posible la capacidad hospitalaria, la disponibilidad de medios para hacer los exámenes que identifiquen si una persona sufre la infección del nuevo coronavirus, incrementar las facilidades de cuidados intensivos, la cantidad de respiradores, equipos médicos y de protección del personal de salud de que se dispone. Pero la posibilidad de hacerlo está limitada por el poco tiempo que tenemos antes de llegar al pico de contagios, y por la limitación en la oferta de esos bienes ante la demanda de todos los países responsables para aperarse de ellos. Y esa limitación se da, aunque se haya actuado con la diligencia que debemos agradecer a las autoridades de iniciar esas tareas muy temprano, cuando la epidemia aún estaba limitada a China y pocos países vecinos.

Dadas las limitaciones reales de las facilidades de salud que se dan a pesar de su ampliación, nuestra solidaridad debe expresarse, en primer lugar, en cumplir con las restricciones en las relaciones sociales que son indispensables para aplanar la incidencia de la epidemia.

Aislarnos en nuestras casas, en especial quienes somos más vulnerables a este virus, cerrar fronteras para evitar que nos siga llegando el contagio del exterior, eliminar aglomeraciones, impedir el funcionamiento de actividades que generan relaciones entre muchas personas es nuestra primera y más necesaria acción solidaria para enfrentar la enfermedad. No hay otra manera efectiva para impedir que su contagio sea tan inmanejable que la cantidad de casos sobrepase la capacidad del sistema de salud, y provoque un explosivo aumento en la cantidad de muertos, no solo por el COVID-19 sino también por no poderse atender adecuadamente la demanda por servicios hospitalarios provocada por otras enfermedades.

Después de la prioridad de atender las necesidades de salud que el nuevo coronavirus nos ha impuesto, debemos dedicar recursos a apoyar las familias más necesitadas, cuyos ingresos la epidemia haya afectado. Esto se logra con ayudas directas a las familias y mediante programas dirigidos a empresas que puedan seguir generando empleo, en sectores afectados por las medidas de aislamiento social.

Desdichadamente el empobrecimiento que sufrimos no desaparece después por arte de magia y se agrava por las precarias condiciones fiscales y el muy bajo crecimiento económico en los que nos pilló este coronavirus.

Esto nos señala que a la par de esas dos prioridades, en tercer lugar, debemos velar por que las medidas que tomemos no profundicen la recesión que enfrentaremos ni prolonguen su dolorosa vigencia.

No es hora de repartir para todos, ni de actuar en todas las direcciones. Priorizar y focalizar las acciones exige tener clara visión general de la limitación de los recursos, de la realidad del empobrecimiento y del efecto de nuestras acciones presentes sobre las circunstancias que tendremos en 2021 y 2022. Actuar solidariamente nos obliga a discriminar y a dirigir los escasos recursos en apoyo de las familias más necesitadas y de los sectores empresariales que más lo necesiten y mejor puedan responder en sostener y recuperar los niveles de empleo.