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Giovanni Sartori, en su último libro, “Il sultanato”, nos recuerda que, mientras en los años ’20 y ’30 del siglo pasado, las dictaduras fascistas y comunistas se consideraban regímenes legítimos que “superaban” a las democracias plutocráticas, corruptas, decadentes e ineficaces, hoy en día el único criterio indiscutido de legitimidad es que el poder debe fundarse sobre la expresión libre de la voluntad popular. Lo cual convierte a las dictaduras en regímenes ilegítimos e impresentables. Por eso, nos advierte Sartori, que las dictaduras de nuestro tiempo son dictaduras camufladas, que niegan serlo y fingen ser democracias. Aun cuando existen dictaduras colegiadas, como en la Unión Soviética después de Stalin y en la China actual, generalmente la dictadura consiste en que el poder está concentrado en una sola persona. El dictador es “legibus solutus”, no está sometido a las leyes, más bien usa las leyes para someter a sus “subditos”.
Por tanto, la dictadura personalista es un régimen de poder absoluto y concentrado en una sola persona, en el cual el derecho está sometido a la fuerza. En las democracias, en cambio, la fuerza está sometida al derecho. La sustancia de las dictaduras pasadas y presentes sigue siendo la misma, sin embargo la estrategia de su creación ha cambiado. Antes el dictador simple y abiertamente abrogaba Las características de la “dictadura camuflada” de Sartori se parecen mucho, desgraciadamente, a la Venezuela del Comandante-Presidente. La separación de poderes y las garantías individuales son una entelequia y el poder del caudillo es prácticamente absoluto, porque los contra-poderes institucionales están controlados por “Yo-El Supremo”. Para colmo, el irrespeto a la Constitución es cada día más descarado. El general Henry Rangel, segundo hombre en la jerarquía militar venezolana tuvo la desfachatez de decir: “La Fuerza Armada Nacional no tiene lealtades a medias sino completas hacia un pueblo, un proyecto de vida y un Comandante en Jefe. Nos casamos con este proyecto de país… La hipótesis (de un gobierno de la oposición) es difícil, sería vender al país, eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos.” El artículo 328 de la Constitución dice: La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…” El camuflaje está desapareciendo.