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COLOMBIA. "Uribe nos deja una bomba de tiempo social"

Editor Noticiero DC |

El ex presidente Pastrana se destapó con SEMANA. Habló de su cercanía con Noemí, de la crisis con Chávez, de las 'chuzadas' y no ahorró adjetivos para criticar las políticas del presidente Uribe.

En los últimos días, el ex presidente Andrés Pastrana ha estado en el centro de la polémica política. La semana pasada, algunos sectores del uribismo, encabezados por el precandidato conservador Andrés Felipe Arias, se fueron lanza en ristre contra el proceso de paz del Caguán. Adicionalmente, líderes allegados al ex mandatario, como el periodista Juan Gabriel Uribe y la ex ministra de Comunicaciones Ángela Montoya, se enfilaron en la campaña de Noemí Sanín. Después de un largo período de silencio, el ex presidente Pastrana habló con SEMANA sobre las debilidades del Partido Conservador, la percepción que tiene de la imagen internacional del país, sus duras críticas a la Seguridad Democrática y los enfrentamientos del Ejecutivo con la Corte Suprema de Justicia. Esto fue lo que dijo.

SEMANA: El Partido Conservador ha sido protagonista de recientes escándalos de corrupción como el de la 'Yidispolítica', el de Agro Ingreso Seguro (AIS) y el de congresistas que habrían votado la reelección a cambio de notarías. ¿Qué piensa de esta realidad de su partido?

ANDRÉS PASTRANA: El Partido Conservador, al empeñar sus principios con Uribe a cambio de prebendas y saqueo clientelista, cambió siglo y medio de sello social y fiscalización moral por el estigma de la corrupción de AIS. Su renovación debe comenzar con un candidato comprometido a retomar las banderas de la moral y a saldar la deuda social de la Seguridad Democrática. Debe convencerse, además, de que la seguridad y la justicia social no son incompatibles. Al contrario, que son necesariamente complementarias.

SEMANA: Fernando Araújo, presidente del partido, señaló que no dejaría de entregar avales a los familiares de para-políticos que aspiran al Congreso. ¿No le parece cuestionable esta decisión?

A.P.: Puede haber excepciones, pero la única credencial que tienen estas personas es su relación con personajes seriamente cuestionados. No es descabellado presumir para dónde van estos sujetos y con ellos el partido. El doctor Araújo haría bien en corregir de raíz semejante inmoralidad.

SEMANA: ¿No es paradójico que una precandidata como Noemí Sanín, en un partido que hace parte de la coalición de gobierno, pida garantías para las elecciones de 2010?

A.P.: Sí. Es sorprendente que alguien tan cercano al Presidente sea quien señale el desequilibrio que implica un mandatario-candidato que pretende forzar su reelección, en contravía de la Constitución, con todo el presupuesto, los bienes y la maquinaria del Estado a su disposición.

SEMANA: Hablando de precandidaturas conservadoras, ¿cómo ve la de Andrés Felipe Arias, 'Uribito'?

A.P.: Cuando me visitó en mi oficina en plan de precandidato, me planteó un apoyo a las realizaciones de mi gobierno, postura que cambió tras las revelaciones de Agro Ingreso Seguro. Este escándalo lo ha marcado y lo ha llevado a buscar un refugio monotemático en la oposición al Caguán, creyendo que para 2010 puede repetir la campaña de 2002. Además, su campaña se ha volcado hacia veteranos como Enrique Gómez Hurtado y Fernando Londoño Hoyos, aún cuando este último ya expresa serias reservas frente a la conveniencia de una nueva reelección y al manejo internacional que se le ha dado al caso de los mal llamados falsos positivos.

SEMANA ¿Qué tan duro cree que va a golpear a 'Uribito' el escándalo de Agro Ingreso Seguro?

A.P.: La opinión ya se ha formado un juicio, pero finalmente será tan duro como la Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía lo consideren.

SEMANA: ¿No le parece triste que el Partido Conservador no tenga vocación de poder y se haya reducido al clientelismo? ¿Hay o no posibilidades de renovación en el Partido Conservador?

A.P.: Desde hace 160 años los conservadores tenemos como mandato rector seguir los principios -no a los hombres- y la legalidad sobre las vías de hecho. Paradójica y conservadoramente, ahí estaría la renovación.

SEMANA: Últimamente lo han visto muy cercano a Noemí Sanín, a pesar de que tenían grandes diferencias en el pasado ¿Está apoyando la campaña de Noemí Sanín?

A.P.: Noemí ha entendido el mensaje de los grandes líderes conservadores en cuanto a la necesidad de un partido unido y con voluntad real de poder de cara a unas elecciones. La unidad, por supuesto, comienza por bajar las lanzas y sanar heridas. En estos siete años y medio me he marginado de las decisiones de mi partido, expresando ocasionalmente opiniones opuestas a las de unas directivas frecuentemente cuestionadas desde el ángulo judicial y del político. Por ahora me abstengo de dar apoyos, sin que ello me impida expresar coincidencias. De Noemí me gusta su convicción de que puede llevar al partido al poder con la dignidad y la grandeza de un candidato nacional, no con el cálculo mezquino de ser una llanta de repuesto del régimen.

SEMANA: Otro eventual candidato consentido del gobierno es Juan Manuel Santos. ¿Qué opina de que su discurso también se apoye en las críticas al Caguán?

A.P.: Conozco a Santos y sé que es un hombre que no se queda en el pasado y se proyecta al futuro. Él ha vivido en carne propia la parábola completa frente a las Farc que culmina con la Operación Jaque. En mi gobierno propuso, con Álvaro Leyva y otros del grupo asesor de paz de Naciones Unidas, la zona de distensión. Siendo uno de los padres del Caguán, paralelamente a los diálogos peleó como ministro de Hacienda por las partidas de fortalecimiento de las Fuerzas Armadas.

SEMANA: Como ex presidente y miembro de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, ¿cómo ve el manejo de la política exterior colombiana?

A.P.: Ahí faltan la mano de un timonel y la brújula de una política. Aun en las crisis, el Presidente se ha empeñado en no tener Canciller, cuando es evidente que las relaciones internacionales no son su fuerte. Desde el nombramiento de su amigo Ernesto Samper como embajador en París, Uribe optó por asumir una política unipersonal, de confrontación en lo internacional, a la medida de su carácter. La consecuencia es que hoy podemos tener muchos amigos, pero ni un sólo aliado. De otra parte, la Comisión Asesora ya no es consultada, sino notificada de hechos cumplidos. Está absolutamente subutilizada.

SEMANA: ¿Y la Comisión que creó Uribe hace un año para diseñar una política exterior de largo plazo en la que, entre otros, está el ex canciller brasileño Luis Felipe Lampreia?

A.P.: La proyección de una política ya no está en manos de la Cancillería, sino en las de esta comisión que creó el gobierno y que es un outsourcing con extranjeros encargados de hacer la política exterior. Como ex jefe de Estado, me resulta inadmisible y peligrosa esta delegación de lo que debe ser un ejercicio soberano. Aún tengo mis dudas sobre su legalidad.

SEMANA: ¿Ve alguna salida al tema de Chávez? Cada vez se ve más radical y con más odio hacia el gobierno colombiano.

AP.: La salida está en la diplomacia y la voluntad de diálogo, pero el obstáculo está en que el conflicto se ve de parte y parte con óptica de política interna. El mínimo gesto de buena voluntad se debe aprovechar generosamente como una rendija de luz para la concordia.

SEMANA: Usted se caracteriza por tener numerosos contactos con miembros de organismos multilaterales, académicos y líderes de opinión de otros países. ¿Cuál es la percepción internacional de lo que pasa en Colombia y de una segunda reelección?

A.P.: No faltará quien desde el gobierno diga que por fuera no nos entienden. Pero la verdad es que hechos como los más de 2.000 muertos que aquí son falsos positivos, en cualquier país civilizado constituyen un genocidio. Las 'chuzadas' a la oposición y las Cortes son un Watergate en otras latitudes. El enfrentamiento con la Corte por un Presidente en trance de perpetuarse en el poder y un ministro con un hermano sub júdice, son hechos que no se entienden en países fundados sobre la independencia de la justicia. Y que las mayorías del Congreso que eligieron al Presidente estén vinculadas con el paramilitarismo o que el primo de Pablo Escobar sea el asesor del Presidente, es algo inexplicable para la opinión pública norteamericana o la europea. En cuanto a la reelección, el mundo ya nos pone en el mismo canasto con Chávez, Correa, Evo, Ortega… con todos los que acomodan las Constituciones para perpetuarse en el poder.

SEMANA: Pasando a otro tema, ¿de qué manera el gobierno ha manejado el tema de las 'chuzadas' del DAS?

A.P.: Mal, muy mal, porque el país no conoce toda la verdad, pero la presume. Y lo que presume es gravísimo.

SEMANA: ¿Quién podría estar detrás de estas 'chuzadas'?

A.P.: El DAS depende del Presidente de la República, quien es el indicado para responderle al país esta pregunta más allá del tristemente famoso "a mis espaldas".

SEMANA: ¿Cuál es su balance de la política de seguridad democrática?

A.P.: El presidente Uribe ha dejado muy claro que la seguridad democrática es la gran carpa de su gobierno y ella cubre todo lo que reclama como éxitos. Pero ésta también ha resultado ser el gran tapete bajo el cual se barre todo lo feo y todos los fracasos. El día en que el país deslinde estas dos perspectivas, nos vamos a dar cuenta de que la seguridad democrática no puede ser justificación de todo. En un lado de la balanza de la historia vamos a tener la reducción de asesinatos, mientras del otro, 2.000 y más muertes de civiles inocentes a manos de miembros de las Fuerzas Armadas en los mal llamados falsos positivos. Además, la seguridad democrática se traduce en buenas utilidades en las cifras pero muy malos dividendos sociales. Si le hubiera dedicado a la cuestión social una décima parte del tiempo que le dedicó a trabajar, trabajar y trabajar por sus reelecciones, otro sería el panorama social. Tras ocho años, Uribe nos deja una bomba de tiempo social.

SEMANA: Uribe ha insistido en el Caguán como punto de referencia para diferenciar su gobierno de los de él…

A.P.: Uribe mira el árbol del Caguán, pero no quiere ver el bosque de las poderosas Fuerzas Armadas y de la puesta en marcha del Plan Colombia -procesos que en mi gobierno fueron simultáneos al diálogo- porque eso no le da dividendos políticos. Critica unos diálogos transparentes tras los cuales no se pactó y de los cuales los protagonistas son hoy sus más cercanos y amnésicos asesores y amigos. Tras la ruptura de los diálogos, la guerrilla salió sin nada entre manos, a internarse en la selva y alistarse para enfrentar la poderosa máquina de guerra que armamos mientras les dábamos la oportunidad de negociar la paz. En Ralito, Uribe despejó y pactó en secreto, no negoció. Y luego extraditó en masa, con lo cual quedó demostrado que con quienes pactó no eran paramilitares sino mafiosos, la última reencarnación del cartel de Medellín.

SEMANA: Pero Uribe sí ha desmantelado las estructuras del paramilitarismo…

A.P.: Las cifras de los cercanos al gobierno indican que hoy por lo menos 12.000 paramilitares están activos -cifra comparable a los niveles de 2002, antes de la supuesta desmovilización-, aun cuando sus tácticas y prácticas de control no revisten la misma crueldad de antes. El paramilitarismo está agazapado, pero vivito y coleando.

SEMANA: Por último, ¿hay salida al enfrentamiento entre la Corte Suprema y el Ejecutivo que no ha dejado nombrar Fiscal? ¿Es un enfrentamiento entre uribismo-antiutribismo?

A.P.: El presidente Uribe ha tenido confrontaciones directas con los últimos presidentes de la Corte Suprema. Tal vez esto se puede comenzar a entender en el marco de las actuaciones de la Corte frente a los delitos y las acusaciones a las mayorías de su bancada. Pero desprestigiar a la Corte con un enfrentamiento institucional no es el camino. Si el Presidente quiere mostrar su transparencia en vez de enfrentarla, debería apoyar sus fallos. Si nuestra Corte no actuara, la Corte Penal Internacional podría ser llamada a actuar en Colombia.

SEMANA: ¿Cuál es la salida entonces a este choque de trenes institucional?

A.P.: Ni la Corte quiere tumbar a Uribe, ni Uribe debe estar pensando en acabar con las facultades de la Corte. Por eso hay que encontrar pronto la forma de acercarlos y creo que hay que hacer todo lo posible para que cese el enfrentamiento.

SEMANA: ¿Quién cree que va a ser el próximo Presidente de Colombia?

A.P.: Quien pueda convencer al país de que será un Presidente firme en seguridad, pero humano en lo social.