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COLOMBIA. ¿Nuevos rumbos conservadores?

Editor Noticiero DC |

El Partido Conservador tiene nuevo director: el ex canciller Fernando Araújo. En los países donde las instituciones cuentan más que el caudillismo, cualquier cambio en las directivas de sus partidos provoca de inmediato el interés de la opinión pública. Más aún si tales cambios representan alguna reorientación política significativa. Con la escasa información disponible, es difícil establecer con precisión hacia dónde piensa llevar el nuevo líder conservador a su partido. Sin embargo, en entrevista con Yamid Amat (EL TIEMPO, 01-11-09), Araújo hizo planteamientos de importancia sobre el proyecto reelectoral y la naturaleza de su partido frente al Gobierno. Merecen más atención.

Ante todo, Araújo se preocupa por la identidad partidaria: el conservatismo, observó, "no es un partido uribista", aunque "hace parte de la coalición que apoya al Presidente". Es una distinción sutil pero válida y oportuna -olvidada por algunos de sus copartidarios-. Araújo fue miembro del gabinete de Uribe, por quien siempre ha expresado "el más alto aprecio, la más grande admiración y la más alta gratitud". No obstante, el nuevo director del conservatismo considera que el actual proyecto reelectoral es "inconveniente, tanto ahora como para el futuro". Sus razones son de peso.

En primer lugar, Araújo prefiere "el fortalecimiento de las instituciones", y eso no se logra si "dependemos de una sola persona". Se logra con el respeto de la Constitución. Segundo, otra reelección "precipitaría una concentración de poder en el Ejecutivo" y crearía "desequilibrios" en el funcionamiento de la democracia. Tercero, provocaría un serio problema de largo plazo, que sus defensores se obstinan en no ver: "Abrimos la puerta para que venga otro, se quede 12 años y acabe con el país". A estas razones constitucionales, Araújo adelanta otras más prácticas: quien sea el sucesor de Uribe mantendrá la política de seguridad; el Presidente "no es insustituible"; la falta de definición presidencial frente al proyecto reelectoral está afectando a los candidatos afines a su gobierno que aspiran a sucederlo.

En contra de lo que pudiesen pensar algunos -entre sus mismos copartidarios o analistas políticos-, la posición de Araújo interpreta mejor las tradiciones conservadoras que la de quienes defienden el proyecto reelectoral. Desde sus orígenes, alrededor de la candidatura de José I. de Márquez en 1836, el principio de la alternación ha sido central a su ideario. "El conservador no tiene por guía a ningún hombre", expresó el primer programa conservador, redactado por Mariano Ospina y José Eusebio Caro en 1849. Tal programa abría con el reconocimiento del "orden constitucional contra la dictadura".

Muchos de los pensadores más notables en la historia del conservatismo se opusieron explícitamente a proyectos reelectorales y caudillistas. Incluso entre los más retardatarios. En anteriores columnas me he referido a los ataques de Miguel Antonio Caro contra los planes "porfiristas" de perpetuar a Reyes en el poder. Repásense también las "doctrinas" de Sergio Arboleda: "Como el hombre tiende a abusar de toda autoridad -escribió-, es necesario arbitrar medios" para limitar el poder. Arboleda señaló varias garantías necesarias contra el abuso del poder, entre ellas, "lo más o menos corto del período presidencial".

Y destacó los males de los períodos largos. De paso, advirtió que "una buena Constitución no establece el absolutismo de la mayoría". O repásese lo escrito por conservadores más moderados, que inspiraron la reforma constitucional de 1910, tras la cual el país pudo gozar de décadas de paz y prosperidad.
Fernando Araújo, el nuevo director del Partido Conservador, ha expuesto importantes razones contra el proyecto reelectoral. Deberían motivar mayor interés. Puede, además, sustentar su posición en la misma historia del pensamiento conservador. Tiene sí el enorme reto de persuadir a sus copartidarios.