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CUBA | PROYECTO VARELA VERSUS CAMBIO-FRAUDE: MINERVO CHIL, MOVIMIENTO CRISTIANO LIBERACION

Noticiero Demócrata Cristiano |

El 10 de mayo de 2002 se entregó en la Asamblea Nacional del Poder Popular el Proyecto Varela, avalado por los datos y las firmas de 11,020 electores. De esa manera se convertía en Proyecto de Ley al cumplir con lo establecido por la versión de la Constitución vigente en ese momento en su artículo 88, inciso g), que planteaba que la iniciativa legislativa podía ser ejercida directamente por los ciudadanos siempre y cuando contase con el aval de al menos 10,000 electores. Era la primera vez que los ciudadanos cubanos hacían uso de este derecho, proclamado originalmente en la Constitución de 1940, y enunciado como tantos otros en la constitución comunista de 1976 y en todas sus reformas hasta la fecha, pero que nunca han sido respetados ni garantizados legalmente por la dictadura castrista.

El Proyecto Varela es una iniciativa legal que solicita la celebración de un referendo sobre determinados cambios en las leyes. Pero no se trata, como han querido hacer ver algunos detractores, de que se pregunte a los ciudadanos si creen que tienen o no esos derechos, pues éstos son inalienables y no son otorgados por ningún gobierno, sino que los tenemos todos los seres humanos por el simple hecho de existir. De lo que se trata es de que los cubanos puedan expresarse por sí mismos y decidir libre y soberanamente sobre la modificación de las leyes para iniciar un proceso de apertura a su participación plena en la vida económica, política y social del país.

De esa manera se garantizaría jurídicamente a todos los cubanos el respeto al derecho a la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de asociación, la libertad de crear sus propias empresas, y el derecho a elegir y a ser elegidos. El Proyecto Varela pide además una amnistía para liberar a los presos políticos y de conciencia, como primer acto de justicia indispensable para construir la Cuba que soñó Martí, “con todos y para el bien de todos”; así como la convocatoria de unas elecciones verdaderamente libres, plurales y competitivas. Así se podría iniciar un proceso ordenado de transición pacífica a la democracia y el estado de derecho.

El Proyecto Varela logró aglutinar a la mayor parte de la oposición democrática y también a muchísimos ciudadanos que no formaban parte de ninguna agrupación opositora, en el Comité Ciudadano Gestor del Proyecto Varela que se iba formando en los distintos poblados y ciudades a todo lo largo y ancho del país. A eso fue a lo que el régimen le cogió pánico. A esa unidad orgánica, a ese protagonismo ciudadano organizado, no en torno a un caudillo iluminado y mesiánico, ni a demandas personales o a reformas parciales de determinado sector social, sino alrededor de un proyecto concreto de movilización cívica que exige los derechos fundamentales para todos los cubanos.

Por eso desató la represión en la Primavera de 2003 fundamentalmente contra los líderes del Comité Gestor del Proyecto Varela. Por eso también a la mayoría de esos líderes le cambió la sentencia de largos años de prisión por una condena de destierro perpetuo.

No obstante la represión, a esos primeros 11,020 se sumarían en 2004 otros 14,384 firmantes. Y en 2016 se agregarían otros 10,009 para un total de 35,413 cubanos que demandan un referendo para que el pueblo pueda expresarse con su propia voz y nadie más se autoproclame su vocero.

Tanto quienes hoy apoyan abierta o solapadamente al régimen totalitario cubano, como algunos de los que se presentan como contrarios a la dictadura, coinciden en pretender desconocer tanto la existencia como la legitimidad de la oposición democrática, para así poder suplantarla y asegurar la continuidad de este orden sin libertad y sin derechos para los ciudadanos, pero llenos de privilegios y prebendas para la junta político-militar que ha regido el país durante más de 60 años. Esa oligarquía pretende no sólo continuar como partido político único, sino además quiere garantizar que sus herederos sean también capitalistas únicos.

A 19 años de entregado en la Asamblea Nacional, el Proyecto Varela sigue siendo tanto una vía de liberación personal, como un mecanismo de movilización ciudadana para demandar cívica y responsablemente los derechos fundamentales para todos los cubanos. Por eso algunos no quieren que se hable del Proyecto Varela. Y otros tratan de presentarlo como apenas un hecho del pasado. Coinciden en querer sepultarlo precisamente porque apela al protagonismo del pueblo en su camino de liberación y no encaja en otras agendas que nada tienen que ver con los derechos de los cubanos.

Precisamente por promover la movilización cívica de los cubanos para exigir sus derechos, asesinaron a Harold Cepero, líder juvenil del Movimiento Cristiano Liberación, quien ya había sido expulsado de la universidad donde estudiaba por promover el Proyecto Varela entre los estudiantes universitarios. Y por eso asesinaron a Oswaldo Payá, quien además de ser el autor del Proyecto Varela, denunció el cambio-fraude que fraguaba la dictadura.

Por eso hoy, a pesar de la represión y de las traiciones, a pesar de los silencios mediáticos impuestos, y de los otros ruidos y cortinas de humo que se promueven, el Proyecto Varela se erige como antídoto al cambio-fraude. Y continúa siendo el mejor camino para iniciar una transición pacífica, de la ley injusta a la ley justa, de la dictadura totalitaria actual hacia un verdadero estado de derecho y de democracia plena.

El Proyecto Varela sigue vivo porque Cuba todavía no es libre, porque “los cubanos tenemos derecho a los derechos”.

¡Libertad y Vida!

¡Todos cubanos, todos hermanos y ahora la libertad!