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OPINION | ENREDADOS EN LAS REDES SOCIALES; SEBASTIAN ACHA, PARAGUAY

Noticiero Demócrata Cristiano |

Durante la República Romana se instauró la magistratura de los censores. Aliviaron primero el trabajo de los cónsules al encargarse del censo o relevamiento específico de la población existente en el ya vasto territorio romano. Con el devenir del tiempo, sus competencias pasaron al control de la moralidad y de las buenas costumbres situación que llevó, junto a su nominación casi exclusivamente patricia, en convertirlos en la policía de las costumbres de la antigua república hasta su final, no menos dramático como icónico: el advenimiento del Imperio. 

Deberíamos escoger en la semana qué hecho que han tomado las redes sociales nos ha impactado más en un 2021 que parece no ceder en hechos públicos de alcance mundial ante el año que se fue. Aún no me decido entre el bloqueo de la cuenta del Presidente de los Estados Unidos por parte de la Red Social Twitter o las nuevas Condiciones de Uso de WhatsApp, que lo único que hizo — a mi criterio — es comentarnos casi en tono de amigos lo que ya realizaban sistemáticamente durante los últimos tiempos. 

Es notable la reacción que tenemos las sociedades ante estas dos noticias. Ya sea en contra o a favor, lo positivo de al menos parar a observar esta realidad nos hace más conscientes de lo importante que son nuestras voces — individuales — y nuestros datos para un mercado que lo que hoy más necesita es justamente eso: datos. 

El lector no me va a permitir mentir si digo que en el transcurso de los últimos años recibió correos — sí, correos electrónicos con un remitente individualizado — en donde le ofrecían la base de datos de Identificaciones, de tal o cual seguro, de tal o cual telefónica, de los beneficiarios y contribuyentes del IPS, y hasta de algunos clubes sociales. Las ofertas no se dejaban ganar en generosidad. Ya que a diferencia de las fotos de los productos que tenemos hoy en oferta en línea, al terminar el correo amigablemente sugería el precio total sin tener que hacer ningún click y encima algunos hasta detallaban los medios y las formas de pago. 

Dicho esto, podemos señalar, que aunque no hubiésemos querido, ya por obra y gracia o por omisión y desgracia de aquellas personas a quienes entregamos nuestros datos para algún fin distinto al de venderlos a terceros, esta ya es una historia que Zuckerberg hoy solo lo hace de una manera más ordenada y peor aún, voluntaria de parte de los usuarios. 

Tampoco me va a permitir mentir el amable lector, que cada vez y con mayor precisión, los motores de búsqueda (Google, BING, entre otros ) los llevaban a páginas que tenían que ver cada vez con mayor precisión con sus gustos y afinidades. Es que eso que se llama Inteligencia Artificial no reconoce de límites al momento de dictarnos en primer lugar y en las primeras páginas de nuestros buscadores aquellos gustos que frecuentamos. A quienes nos gusta el buen comer ante la introducción de la palabra “vacío” inmediatamente nos arrojaba imágenes, cortes y restaurantes donde se puede degustar este delicioso corte vacuno a los mejores precios y con la mejor presentación. A mi amigo el físico, al introducir esta palabra en el mismo lugar pero desde su ordenador, le traía una serie de artículos sobre las teorías del vacío en el espacio, la relación espacio - tiempo y una serie de publicaciones sobre la gravedad universal. Estas cosas venían ocurriendo ya hace algunos años. 

Ahora bien. Cuando la red social Twitter decide bloquear los tweets del Presidente de los Estados Unidos, no pude menos que preocuparme por dos motivos esenciales. El primero guarda relación con el ejercicio de la libertad de expresión que tiene hasta incluso este señor que no ha reparado en insultar, mentir, provocar y extorsionar a través de esta red a sus adversarios locales e internacionales. Esa es una verdad incontrovertible. Pero mi preocupación viene de la mano de lo segundo: si twitter puede censurar la cuenta del Presidente de la Nación más poderosa del mundo, porqué no lo haría mañana conmigo que soy un Juan de los Palotes y que nada tengo de poder más que mi voz y mi opinión en esta autopista de la libertad. 

Cuando Zuckerberg fue abordado por el Comité del Congreso Americano sobre los filtros a las fake news había dicho que desde sus plataformas no se realizarían este tipo de acciones. En su momento me alivió pero luego resulta que en un giro inesperado, las redes han impuesto desde una posición que incluso nada tiene que ver con la elección política o la delegación del poder desde los organismos republicanos, una política de censura previa que, por supuesto, como no somos Donald Trump, aplaudimos desde las gradas con vehemencia ya que lo consideramos como el responsable sino incitador de esa dantesca puesta en escena de los Village People ocupando el Capitolio de la semana pasada. 

Pero ¡cuidado amables lectores! No existe nada más dañino a una sociedad libre que el hecho que aprobemos una calidad de ciudadanos, a la que se le entregue la capacidad de decidir si nuestras verdades merecen o no ser tenidas en cuenta como tales y por lo tanto pueden ya calificar ya restringir su comunicación. 

Por supuesto, que estoy muy consciente que he levantado un tema que es un merengue y del cual nadie sale bien parado. Pero mientras pueda tener esta columna y el medio no toque una sola coma de lo que escribo, voy a estar tranquilo porque mi verdad es tan valiosa como la de cualquier otro ciudadano. 

Y esa es una satisfacción que lastimosamente se empieza a valorar, solamente cuando la perdemos. 

Atendamos nuestros datos privados. Que cuando queramos denunciar públicamente que nos la robaron, puede ser que algún censor nos impida hacerlo.