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OPINION | CHIMPANCES, BONOBOS Y EL LIDERAZGO, POR MILTON HENRÍQUEZ

Noticiero Demócrata Cristiano |

“Señor Gandhi: ¿Qué opina de la civilización de occidente?”

“Es un gran proyecto… debieran acometerlo.”

Mohandas K. Gandhi, el Mahatma

Entre los primates, el género más cercano al Homo es el Pan. Dentro del género Pan, tenemos a los chimpancés (pan troglodytes) y a los bonobos (pan paniscus). Con estas especies, los humanos tenemos una coincidencia del 98 al 99% de nuestros genes. Los chimpancés son mucho más conocidos que los bonobos (y muchas veces se les confunde) pero hay grandes diferencias, tanto físicas como sociales entre ellos. Los chimpancés se organizan en grupos patriarcales -bajo un macho alfa-; los bonobos conviven en sociedades matriarcales -bajo una hembra alfa-; los chimpancés son omnívoros y los bonobos son primordialmente frugívoros -aunque comen también insectos-; los chimpancés se organizan para cazar -incluso a algunos simios y hasta a chimpancés de otras manadas-, los bonobos no son hostiles hacia otras especies y tienden a ser altruistas, compasivos, empáticos, amables, pacientes y sensibles. Una de las características más notables de los bonobos -en adición a estructurarse en sistemas matriarcales- es que todo conflicto entre ellos lo resuelven mediante frotaciones genitales o relaciones sexuales. Casi no hay violencia entre ellos y las tensiones se disipan de esa manera. Si los bonobos nos hablaran y tuvieran preocupaciones sobre los derechos de autor, tal vez habría que endosarles la creación de la frase: “Make love, not war”.

“Golda es el mejor hombre de mi gabinete.”

David Ben Gurión, (sobre su Ministra de Trabajo y futura Primera Ministra, Golda Meir)

Los humanos nos hemos organizado mucho como chimpancés y casi nada como bonobos. Incluso las mujeres que han llegado a los más altos cargos de liderazgo, o han tenido un regente, un valido o un favorito que llevara las riendas del poder por ellas, o han gobernado como machos alfa, aún siendo muy femeninas en el resto de sus facetas de vida. Aunque no es seguro que Ben Gurión haya dicho esa frase -Golda Meir lo pone en duda en su autobiografía- es simbólica de lo que han tenido que hacer las mujeres en la lucha por la igualdad política. Los ejemplos de Débora -la jueza bíblica-, de Juana de Arco, de Isabel I de Inglaterra – quien se negó a casarse para no quedar subordinada a un hombre-, y más recientemente, Golda Meir, Indira Gandhi u otras destacadas mujeres en la política moderna, señalan que las mujeres que llegaban al poder, lo tenían que hacer bajo las reglas del macho-alfa o sea, usando un estilo masculino de hacer política y de gobernar.

Este estilo de macho alfa busca el poder sin mayores miramientos: “En la guerra y en el amor, todo se vale”; “No hay enemigo pequeño”; “Al enemigo se le destruye”; “El primer deber de un gobernante es no dejarse tumbar”; “Para que chille mi Mama, que chille la suya”; “A los puros se los fuman”; “El Estado soy yo”; “Después de mi: el diluvio”; y otras frases similares que han guiado la conducta de estos lideres, señalan pues un liderazgo centrado en el “Yo” y casi nada en el “prójimo”, más una tendencia muy acendrada a cumplir la Ley de hierro de las oligarquías, que postuló Robert Michels y otras máximas suyas.

“Siempre el líder buscará incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso olvidando sus viejos ideales.”

Robert Michels

En la reciente crisis sanitaria mundial, ha habido países que lo han hecho bien, países de manejo mediocre y países que lo han hecho mal. Es llamativo que, a pesar de que sólo un 8% de los países están gobernados por mujeres, casi todos los que lo han hecho bien, tienen a una mujer al mando. Alemania, Finlandia, Dinamarca, Islandia, Taiwán, Nueva Zelanda y Noruega están gobernados por mujeres y lo novedoso es que estas mujeres lo hacen bajo un estilo femenino de gobernar. Las dirigentes de esos países son personas fuertes, pero que no buscan el poder sino los resultados, que buscan fórmulas para optimizar los recursos y el tiempo, que actúan con autenticidad y reconocimiento de las vulnerabilidades, que poseen resiliencia, reflexividad, capacidad de contención basada en la empatía, compasión y altruismo, en fin, que lideran con base a los códigos bonobos y no a los chimpancés.

Así como a lo largo de los siglos, diversas mujeres llegaron al poder y lo ejercieron en un estilo masculino de gobernar, hoy en día lo hacen -con mucho éxito por cierto- mediante un estilo femenino de gobernar. Deseo recalcar aquí que, los estilos masculinos o femeninos de gobernar, no tienen nada que ver con la orientación sexual, ni con gestos o ademanes, sino con una visión del liderazgo. Este estilo de liderazgo bonobo lo pueden ejercer tanto mujeres como hombres, así como hombres y mujeres lo han hecho dentro del liderazgo chimpancé por tanto tiempo.

El mundo que está renaciendo, es uno que necesita de más líderes bonobos y menos chimpancés. No solo para las crisis como la actual, sino para el desarrollo óptimo de nuestros pueblos en los años por venir. Necesitamos más mujeres y más hombres que se activen dentro del estilo femenino de gobernar, tanto en el servicio público como en el liderazgo empresarial y social. Necesitamos dirigentes que piensen menos en el yo y más en el prójimo, que no se aferren al poder, sino que se comprometan con el servicio a los demás. Que les sea más importante asumir responsabilidades, que ocupar cargos o recibir honores. Necesitamos un liderazgo inclusivo en donde nadie se quede atrás, que sea prudente y a la vez creativo en la administración de recursos limitados, para satisfacer necesidades ilimitadas, que sea empático y solidario, previsor y resiliente y sobre todo muy humano. Esta característica de humanidad, implica el deber de proyectar los efectos de sus decisiones a las siguientes generaciones y hacerlo de manera que le leguemos a éstas, un mundo mejor que el que recibimos.

“Los últimos serán los primeros”

Jesús

Hasta hace un par de meses muchas personas eran invisibles. Enfermeros, recogedores de basura, policías, agricultores, preparadores de comida y repartidores, eran prácticamente invisibles. Hoy son los héroes y heroínas que aplaudimos en las tardes -con total mérito- desde nuestros balcones. Así como el aire es vital e invisible, estas personas han demostrado que son indispensables para nuestras vidas, aunque no las hayamos visto así hasta ahora. Mucho les debemos y mucho podemos aprender de su abnegación, su desprendimiento y su altruismo; también, de lo importante que es y ha sido su trabajo siempre.

En estos momentos en que todos nuestros prejuicios están en entredicho y que los valores de nuestra civilización han sido sacudidos por eventos impensables hace tan solo unos meses, es bueno que acometamos ese proyecto que nos recomendó Gandhi para dejar atrás la cultura del poder y construir la civilización de la armonía. Para ello, visibilicemos lo realmente vital y a quienes se lo debemos, pero también aprendamos de todos los que nos pueden enseñar algo importante, como nuestros parientes bonobos de los que podemos aprender a vivir en armonía entre nosotros y con la Madre Naturaleza.


Milton Cohen-Henríquez Sasso.