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CUBA | COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS

Editor Noticiero DC |

La II Cumbre de la CELAC concluyó en La Habana este 29 de enero con más penas para los cubanos contestatarios y la población, que glorias para las autoridades antidemocráticas, a pesar de las alabanzas recibidas por los anfitriones de la mayoría de los satisfechos y agradecidos visitantes de Latinoamérica y el Caribe. Unos pocos mandatarios del hemisferio salvaron la dignidad de la democracia y precisaron en sus discursos los valores de los derechos humanos de todos y para todos. Pero la nota más alta en este sentido la dio el Secretario General de las Naciones Unidas, Excelentísimo Señor Ban Ki-moon, durante una conferencia de prensa, en la que puntualizó algunos detalles de sus conversaciones con los patriarcas de la isla. En estas, dijo, se refirió a la ratificación de los Pactos de derechos civiles y políticos y económicos, sociales y culturales por los gobernantes cubanos, quienes ya los firmaron en el 2008 y los invitó a avanzar en el tema de los derechos humanos en general.

Las estimadas y los estimados presidentes, primeros ministros y Jefes de Delegaciones participantes en la cita olvidaron, aparentemente, que el día once de septiembre de 2001, en Lima, Perú, los representantes de sus gobiernos en aquellos momentos, firmaron la Carta Democrática Interamericana, la que en su artículo 3 explica: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos.”
No por casualidad el régimen cubano es el único entre los 33 que conforman la CELAC que no reconoce a la oposición política en Cuba; discrimina a quienes disentimos de sus prácticas autoritarias; practica las detenciones arbitrarias contra los opositores pacíficos; viola los derechos de reunión y asociación pacífica entre otros muchos y mantiene un poder real totalitario sobre la sociedad. A esta permisibilidad los miembros de la CELAC le llaman “unidad en la diversidad”, para salvar la consecuente ignominia.
Otra figura inteligente e interesante utilizada en las declaraciones y en los textos fundacionales de la CELAC, para justificar el statu quo de algunos de los regímenes antidemocráticos participantes es el de la “no injerencia”, la que en ocasiones convierte, de alguna manera, a los “respetuosos de la soberanía ajena” en cómplices de estados totalitarios. Así, en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en su punto 3 puntualiza: “El compromiso de los Estados de la región con el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos.”
Algunos sectores de la sociedad civil cubana pretendíamos realizar una reunión en la que se analizaría, por ciudadanos de diferentes signos políticos, los documentos fundacionales de la CELAC. Esto no ha sido posible hasta el momento por la acción de la policía política. Si las autoridades de la isla, como sería lógico, publican la Declaración de La Habana íntegramente, para que sea conocida por los ciudadanos cubanos, tendremos entonces los opositores un documento más para debatir y sobre el cual pronunciarnos democráticamente. Que nadie lo dude.
Rafael León Rodríguez, Coordinador General de Proyecto Demócrata Cubano.