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PANAMA | LA RESTRICCION, MILTON HENRIQUEZ, PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR

Editor Noticiero DC |

Cuando nos preguntamos por qué funciona un sistema en una parte y fracasa estrepitosamente en otra, podemos encontrar la respuesta en ‘la restricción’ —donde funciona— y en el abuso, en donde no funciona. Esta actitud de restringirse de hacer todo lo que se puede hacer —sea porque la ley lo permite o sea porque los otros no tienen la capacidad efectiva de oponerse— también puede ser una acepción de la ética.
En las doctrinas políticas desarrolladas, se plantea la capacidad restrictiva del ‘yo íntimo’ —que le dice a quien está a punto de hacer algo para lo cual no tiene impedimento, real o legal: ‘Eso no se hace’— como la clave del éxito o fracaso del sistema. Si se establece un sistema político, económico, social o religioso basado en la libertad, pero a la vez no se imbuye de una ética que restrinja esa libertad de manera voluntaria, el sistema se pervertirá y colapsará. Aunque parezca paradójico, la restricción de la libertad en aquello que afecte la libertad de otros, es lo que garantiza la libertad de todos. Piense en el tránsito, si todos manejáramos por el carril que nos da la gana nadie podría transitar libremente y al final solo se atreverían a transitar los autos más grandes y fuertes, porque los pequeños y débiles serían aplastados.

Cuando escuchamos los reclamos de los grupos de ‘indignados’ que pedían la cárcel para los políticos corruptos y para los banqueros ladrones, notamos que no pedían el fin de la democracia ni el reemplazo del mercado; si no una democracia y un mercado sometidos a la ética. Luego de haber vivido experiencias totalitarias y otras populistas, debemos concluir que solo en un sistema de libertad, pero con la ética como resistencia al abuso, lo que produce bienestar a largo plazo.
Pensemos en un foco incandescente: el filamento que hay entre los dos polos se llama ‘resistencia’ y es la ‘resistencia’ lo que produce la luz. Cuando se corta la ‘resistencia’ viene un gran destello, pero luego una gran oscuridad. Así pasa con el populismo y las aventuras autoritarias y totalitarias, primero nos deslumbran con sus artificios y luego nos hunden en una gran oscuridad.
Ha llegado la hora de la política y la economía sometidas a la ética; ha llegado la hora del verdadero desarrollo sostenido y sostenible; ha llegado la hora de un mundo en paz y felicidad. Como nunca antes, todo esto depende de que cada uno de nosotros actúe libre y responsablemente para vivir en la luz.