La condena judicial del lunes arrebató al expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier la autoridad moral para pedir votos a favor de su candidatura presidencial, pero no para dirigir su Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
Al menos esa fue la conclusión a la que llegó anoche el Comité Ejecutivo del PUSC, durante una reunión en la que analizaron el futuro de la candidatura presidencial.
El presidente del partido y candidato a diputado, Luis Fishman, aseguró ayer que Calderón tendrá un papel “muy activo” en la campaña presidencial que comienza hoy de manera oficial, con miras a los comicios de febrero próximo.
“Es un activo esencial. Él y doña Gloria (Bejarano, su esposa y candidata a diputada) trabajarán fuerte en estos cuatro meses”, contestó anoche el dirigente.
Calderón, quien el 26 de junio anunció su candidatura inspirado en “la necesidad de volver a levantar el movimiento socialcristiano”, desistió este lunes de la postulación al ser condenado y ahora intentará encauzar votos a favor de un candidato presidencial que en este momento nadie conoce.
Serán los miembros de
El peso de Calderón en el partido es tal que su criterio será definitivo al designar el nuevo candidato presidencial, admitió Fishman.
“Él tiene un peso enorme. Tiene un liderazgo fortísimo”, dijo Fishman, quien descartó conocer nombres de posibles aspirantes.
Sí descartó uno de los rumores que circulan desde que se conoció la sentencia condenatoria: el que señalaba la posibilidad de que el PUSC desistiera de nombrar una fórmula presidencial.
El actual diputado socialcristiano Jorge Eduardo Sánchez, consultado sobre una eventual aspiración presidencial suya, dijo que no lo ha pensado y que esa será una decisión exclusiva de los asambleístas.
Fishman manifestó ayer su optimismo al señalar el objetivo de la agrupación: “Vamos a tratar de ganar las elecciones y a eso vamos. Pelearemos a muerte. Somos los únicos realmente preparados”.
La última encuesta de Unimer para
Esta encuesta también reveló que para 63 de cada 100 electores “es clave” quién sea el candidato a la hora de tomar la decisión de ir a votar, un dato que ahora parece resultar ineludible para las autoridades socialcristianas.