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PANAMA | CARLOS EDUARDO RUBIO: "AMOR A PANAMA"

Editor Noticiero DC |

Panamá es un pequeño país, pero es un gran país. Panamá es un país rico, pero lleno de pobres. No somos un país perfecto, pero a final de cuentas, ninguno lo es. Con sus muchas virtudes y algunos defectos, me siento orgulloso de que mis padres, él nacido en Colombia, pero panameño por nacimiento, criado en Chitré, y ella, en Puerto Armuelles, hayan decidido que yo naciera y permaneciera en Panama. Obvio que su nacionalidad pesó en esta decisión, pero también obvio es que las oportunidades que brinda Panamá lograron reforzar que mi vida y la de mis hermanos la hiciéramos aquí. 
La posición geográfica de Panamá es envidia de muchos países, con dos océanos y un lugar de tránsito. Panamá es un país bendecido, por designio de Dios, donde hemos preferido la inteligencia por encima de las peleas o ‘guerras a la brava’ para lograr nuestras conquistas. Somos un Estado Nacional completo, como dice el amigo Milton Henríquez, pues los pronósticos indicaban que seríamos un estado libre asociado a EE.UU., o quizás que dependiéramos de otro país, lo cual nos coartaría independencia, patriotismo y la soberanía recientemente perfeccionada con la reversión del Canal a manos panameñas. 

Prueba de que Panamá es un gran país es que revistas y analistas internacionales recomiendan nuestro suelo como un lugar para hacer negocios, buscar trabajo, turismo, como lugar para retiro, o simplemente el hecho de que personas alrededor del mundo vengan a Panama a encontrar las oportunidades que su país de origen no les dio. Nuestro sistema económico es estable, pocos desastres naturales, general reconocimiento a las libertades, no tener terrorismo y otros elementos hacen de Panamá, un orgullo para todos. 
Es cierto que pasamos un momento difícil donde nuestros gobernantes —con poco amor a la patria— están más desenfocados que nunca, y no tienen, quizás debido a falta de formación política o desinterés en ella, entendimiento de que la democracia es un sistema de pesos y contrapesos, y no una concentración de poder. Tampoco entienden que los problemas de la gente primordialmente se resuelven con instituciones y respeto al Estado de Derecho y no con obras o megaobras. Muchos dicen que prefieren estas últimas gracias a que, a diferencia de las instituciones, estas dan negociados. ¿Será verdad? Bueno, al fin y al cabo así piensan los mercaderes de la política. 
La intención de este artículo es que fortalezcamos aún más nuestro amor por Panamá. Ese amor que sentimos en los juegos de fútbol, escuchando a Rubén Blades, rememorando peleas de Roberto Durán, viendo los logros de Cesar Barría, Alonso Edwards, Carlos Lee, Mariano Rivera, Irving Saladino, Celestino Caballero o simplemente cuando vamos a otros países y escuchamos sobre nuestra Administración del Canal. Este amor e interés debemos también traspasarlo a los asuntos del país. Después de todo, esta es la que rige los destinos de la nación. ¿O me equivoco? 
Como dice Ebrahim Asvat, con amor a la patria lograríamos que todos los que administran la cosa pública pensaran dos veces en cometer actos de corrupción en detrimento de la patria. ¿O es que usted le robaría o haría daño a algo o alguien que ama? ¿Será que nuestra gran casa Panamá, merece que le dejen de quebrantar, con sobreprecios y corrupción, su tesoro nacional? ¿Será justo que algunos hagan su patrimonio a costa de todos los panameños? ¿Hasta cuándo los crímenes de lesa patria? 
La solución es simple, pero a la vez compleja. Implementar civismo en las aulas, que los partidos políticos enseñen de valores democráticos, las ONG fortalezcan la participación ciudadana, y un buen castigo moral y/o judicial donde nos volvamos intolerantes a la corrupción pueden ser buenos ejemplos de lo que debemos hacer. Pero la real solución es darse cuenta de que el juegavivo, la corrupción y el tráfico de influencias puede darle un beneficio personal, pero un gran daño al país. 
¿Que tomará tiempo y esfuerzo? Obvio que sí, pero John F. Kennedy dijo que ‘queremos llegar a la Luna, no porque es fácil, si no precisamente porque es difícil’. Los grandes logros requieren mucho esfuerzo, pero valen más y duran para la eternidad. 
Es cierto que la gran mayoría de los políticos realmente da vergüenza, pero no considero que lo anterior sea una excusa para no interesarse en los temas del país. ¿Usted cree que ellos se van a retirar solos para darle espacio a gente nueva? Si aumentamos nuestro amor a la patria, en todas y cada uno de sus asuntos, tendremos un mejor país. Estoy seguro de que a partir del 2014 empezaremos un camino por la decencia, los valores y principios. Yo estoy dispuesto, ¿y usted? 
SUBSECRETARIO DEL PARTIDO POPULAR.