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PERU. "Hizo bien el Perú en zamaquear a Chile"

Editor Noticiero DC |

El popular Tucán, don Luis Bedoya Reyes, parece haberse apropiado del conocido lema de una marca de telas, pues ha sabido mantenerse joven aunque pasen los años. Tras su reciente condecoración por parte de la Universidad de San Marcos, se anima a repasar para Correo algunos momentos decisivos de su paso por la política.

Correo: En una entrevista usted dijo que ya estaba en la edad del recuento y que tiene que ir liquidando la tienda. ¿Cuál fue su más grave error en política?

Luis Bedoya Reyes: Me resisto a considerarlo un error pero lo que más ha incidido en mi vida política fue considerar que a un pueblo se le puede hablar muy directamente de sus limitaciones y defectos.

C: ¿Por qué nunca hizo concesiones a la demagogia?

LBR: Es parte de nuestro estilo y de nuestra conducta. Al pueblo se le educa con un testimonio cierto y no se le debe inducir por el engaño, como a una criatura a la que queremos convencer de que sonría o haga la pila. Y a un pueblo afectado por el subdesarrollo menos aún. Hay que prepararlo, sobre todo si se pretende gobernar, porque se gobierna con la verdad no con la ficción. Por ejemplo, a los candidatos a alcaldes del PPC siempre les advertí que era muy fácil hacer el diagnóstico de lo que faltaba en la ciudad, pero que lo importante era diagnosticar los recursos con los que cuentan para desarrollar su ciudad. Nunca se me ha ocurrido que pueda ser posible gobernar al Perú sin decirle la verdad por dura y cruel que pueda ser. Quien llega prometiendo soluciones baratas, termina conduciendo al pueblo al desengaño y a la pérdida de credibilidad de la democracia como sistema.

C: Uno de sus momentos cumbre fue durante el debate con Héctor Cornejo Chávez, pero ese también fue el inicio del mote de "abogado de los ricos" que le endilgaron a usted, al PPC y con el que cargan hasta sus "herederos", como Lourdes Flores.

LBR: Nuestra presencia más dura y confrontacional en el escenario político fue durante el "Gobierno Revolucionario" de la Fuerza Armada. Era evidente que todas las reformas que implantaron iban a desfondar al país en el corto plazo. Luchamos no para defender a los mineros sino a la minería, no a los terratenientes sino a los agricultores y campesinos, no a los industriales sino al desarrollo industrial y al trabajo. Es un precio que tuvimos que pagar, en un momento en que todos estaban silenciados, en que el APRA incluso creía que le estaban robando su programa y la izquierda estaba enamorada de los militares.

C: Hablando de la "robolución" de Velasco, ¿por qué cuando en 1974 decidió expropiar a los medios, no salió al frente de la protesta ciudadana? ¿No era el momento clave para volver a la democracia?

LBR: Meses antes, cuando tropezamos con Velasco en el matrimonio de unos parientes comunes, me invitó a almorzar a su casa de Santa Inés y en dicha reunión comenzó a esbozar lo que se venía. Le advertí que sería su ruina, que era lo último que podía hacer en la red de sus equivocaciones. Luego cuando estábamos ya en plena emergencia, me visitaron los periodistas jóvenes de La Prensa y me pidieron actuar y redacté una declaración que sólo ellos se animaron a publicar pues los demás medios pensaron que no los tocarían. Cuando ocurrió la expropiación, sabía que la respuesta no era una marcha de multitudes enardecidas frente a un gobierno frío que estaba dando el último paso hacia el endurecimiento de la dictadura que, emulando lo hecho por Nasser en Egipto, pretendía consolidar su reforma del Estado, esperanzados en las proyecciones del precio del cobre. Por eso no consideré adecuado inducir a una manifestación que a pesar de ser muy cívica, arriesgaba vidas inútilmente.

C: ¿Por qué tiene grandes esperanzas en las elecciones del 2016 antes que en las del 2011?

LBR: Nosotros confiamos mucho en nuestra capacidad de formar gente. Para poner un solo caso tenemos a Lourdes. Ella no se formó en la universidad. Políticamente llegó totalmente virginal a las filas del partido (risas). Así nomás no se fabrican ciertas figuras. Es una mujer de Estado que no tiene nada que envidiarle a cualquier figura internacional. A nadie lo hemos aprisionado. Aun cuando toda separación duele, tenemos el orgullo que ninguno habló mal de la casa de la cual emigraron. Yo creo que para el año 2016 habrá madurado una nueva generación. Para el 2011 el panorama se irá despejando lentamente. Todavía no sabemos si se despeja en función del 2016 o tiene autonomía para resolverse por sí mismo. Quizá en ese momento sabremos qué pactos puede haber por el lado de Fujimori o qué intereses pueden existir en otros sectores y también si Castañeda es un hombre que se decide a salir o no al campo político, aunque prudentemente prefiera mantenerse al margen de las mordeduras que se reciben cuando uno sale a destiempo. De manera que el panorama todavía está por aclararse. Castañeda es un buen gerente pero no hemos visto todavía al político, al hombre de Estado.

C: Usted ve en Lourdes Flores a una estadista con proyección nacional, pero el PPC siempre ha sido un partido demasiado limeño. ¿Le queda muy chico el carro?

LBR: El PPC nunca ha sido un partido de caudillos y mucho menos de caciques; y por desgracia nuestra política provinciana se ha desarrollado entorno a personalidades muy localistas, con tendencia a la permanente repetición. El hecho que no hayamos llegado con fuerza a las provincias responde al sentido extremadamente intelectual de nuestra personal concepción. Mis propias respuestas a sus preguntas son más de un académico que de un político beligerante.

C: Cuando Haya de la Torre vislumbró que la dictadura de los militares tenía para largo, comenzó a buscar al líder que pudiera conducir al APRA después de su muerte y lo encontró en Alan García. ¿Por qué le ha sido tan difícil encontrar un heredero?

LBR: En el PPC hemos tenido figuras extraordinarias como Osterling, gente muy pugnaz y beligerante que de repente chocaron con el propio medio como Borea. Lourdes es una mujer que emergió por su propio peso y voluntad de las bases. Mire bien que en la Constituyente Alan era un hombre que no tenía el menor relieve y que ocupó el puesto de Secretario de la Asamblea por un tema cronológico. Alan es una figura nacida post Haya de la Torre. Cuando comienza a ser incubado ya sólo quedaba la figura de Luis Alberto Sánchez y de mi buen amigo el "patachón" Villanueva; es decir ya crujían los maderos.

C: Para terminar, me gustaría robarle un consejo para los políticos sobre este escalamiento en las relaciones con Chile.

LBR: Hizo bien el Perú en zamaquear a Chile, que quedó con los pantalones abajo, pero creo que hay que comenzar a ponerle paños fríos a la situación. El país no puede quedar a merced de los calentamientos mentales de una serie de enardecidos. Tampoco podemos vivir en la frialdad de los irresponsables que todo lo miran a la distancia. Hacen bien los empresarios reunidos en la CADE en exigir que, mientras la diplomacia hace su tarea, dejar tranquilos a quienes tienen la responsabilidad de sacar adelante la economía. Segundo, hay niveles para las crisis. El fusible mayor termina en ministro y no debe llegar a Presidente; en consecuencia, dicha ciertas cosas, imprescindibles en quienes son cabeza, debe mantenerse a ese nivel una gran objetividad y serenidad para impedir que se transmita lo que no se debe.

La Constitución del 79

C: Muchos creen que se debe regresar a la Constitución del 79, aquella en cuya redacción el PPC y usted, en particular, tuvieron un rol crucial.

LBR: Hay allí un proceso que tiene que ser examinado con mucho más asentamiento en la realidad histórica, social y cultural del país. La idea fue, siguiendo el pensamiento de Luis Alberto Sánchez, una Constitución bisagra, que permitiera tanto un gobierno de centro-derecha como de centro-izquierda, sin necesidad de modificarla. Pero para eso se requiere tener un desarrollo cultural y cívico que nuestros países no han alcanzado. Funciona bien en países de fría mentalidad nórdica, no en la ebullición propia de las naciones tropicales.